Nacional
Bots posicionan a Claudia Sheinbaum en redes sociales

Diversas fuentes han señalado que el crecimiento de su conversación digital ha sido en gran medida artificial
En los últimos meses, ha surgido una creciente controversia en torno a Claudia Sheinbaum, la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, y la manipulación de su presencia digital con el fin de hacer creer a los votantes que es el personaje más influyente de los candidatos de MORENA.
Diversas fuentes han señalado que el crecimiento de su conversación digital ha sido en gran medida artificial, debido a la compra de seguidores, likes y retweets en sus redes sociales. Esta estrategia busca generar una imagen de popularidad y relevancia, lo que puede tener un impacto significativo en la percepción de los votantes.
La manipulación de la conversación digital no es un fenómeno nuevo en la política. Sin embargo, en un momento en el que las redes sociales se han convertido en una parte fundamental de la vida política y social, es importante destacar la responsabilidad de los líderes políticos en esta nueva forma de comunicación.
Si bien es natural que los políticos utilicen las redes sociales para promocionar su trabajo y conectar con los ciudadanos, el uso de tácticas de manipulación para inflar su popularidad es una clara falta de ética. Los ciudadanos merecen la verdad y la transparencia por parte de sus representantes, y recurrir a prácticas engañosas solo erosiona la confianza en la clase política.
Es relevante abordar estos señalamientos y llamar a una reflexión sobre la ética y la responsabilidad en el uso de las redes sociales por parte de los políticos.
En un momento en el que la desinformación es una preocupación global, es esencial que los líderes políticos sean ejemplares y se esfuercen por fomentar una comunicación honesta y transparente. Solo así se podrá construir una sociedad basada en valores democráticos sólidos y confianza mutua entre los ciudadanos y sus representantes.
Nacional
Un paro sin propósito: el Monte de Piedad y la crisis de su sindicato

La huelga que estalló en el Nacional Monte de Piedad, encabezada por el dirigente sindical Arturo Zayún, enfrenta un escenario crítico por el bajo apoyo real de los trabajadores. Aunque la dirigencia presentó el movimiento como una defensa de los derechos laborales, lo cierto es que en las sucursales donde los trabajadores mantienen guardia y entre la base sindicalizada predomina la apatía, el desencanto y la desconfianza hacia el liderazgo que promueve el paro.
Diversos trabajadores consultados reconocen que el ambiente está muy lejos de la unidad. Muchos recuerdan que apenas en 2024 la mayoría de la plantilla votó a favor del Convenio Modificatorio que permitió superar la huelga anterior, avalado además por la autoridad laboral.
Dicho acuerdo fue ratificado en votación libre y secreta, pero ahora la dirigencia de Zayún insiste en desconocerlo, lo que ha generado molestia entre quienes consideran que la actual huelga carece de sentido y atenta contra la estabilidad de sus empleos.
La escasa presencia de trabajadores en las movilizaciones es muestra del desgaste del movimiento. En contraste con huelgas pasadas, hoy no hay grandes concentraciones ni respaldo visible en las calles; la mayoría prefiere mantenerse al margen, preocupados más por el pago de sus salarios, la proximidad del aguinaldo y los bonos de fin de año, que por los intereses personales de la dirigencia sindical.
Los propios trabajadores adheridos al sindicato advierten que la estrategia de Zayún parece más orientada a recuperar privilegios perdidos que a velar por los derechos colectivos. El descontento interno es evidente, pues mientras algunos trabajadores se resignan a la suspensión temporal de actividades, otros buscan alternativas de representación que realmente respondan a sus necesidades como el Sindicato Independiente e incluso la desafiliación.
La huelga, más que una demostración de fuerza, se perfila como el reflejo de un liderazgo debilitado y de una base trabajadora que ha dejado de seguir ciegamente a su dirigente.
Nacional
La CROC: un sindicato convertido en maquinaria de extorsión

Bajo el disfraz de representar a los trabajadores, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos se ha transformado en una estructura de poder que opera más como negocio privado que como defensa laboral.
La CROC, encabezada durante décadas por Isaías González Cuevas, no es sinónimo de lucha sindical, sino de un sistema enquistado de corrupción, chantaje y control político. Lejos de defender los intereses de los obreros, la central se ha especializado en extorsionar a empresas, negociar contratos de protección y manipular a los trabajadores para mantener cuotas de poder y prebendas personales.
En múltiples industrias —desde el turismo hasta la manufactura— la CROC ha extendido sus tentáculos, no para elevar las condiciones laborales, sino para someter a empleados y patrones bajo un régimen de amenazas. El llamado “poder sindical” de la CROC se ha sostenido con base en el miedo: huelgas inventadas, paros ilegales y la constante presión a compañías que, ante el riesgo de pérdidas, terminan cediendo a acuerdos que benefician solo a la cúpula sindical.
Los escándalos no son aislados. Se repiten en distintas entidades: sindicatos fantasmas que aparecen de la nada, comités locales dominados por líderes vitalicios, y cuotas sindicales desviadas a campañas políticas o negocios particulares. Mientras tanto, los trabajadores permanecen desprotegidos, con salarios precarios y sin voz real en la negociación colectiva.
La CROC es el ejemplo más claro de cómo el sindicalismo en México puede degenerar en una mafia organizada. Su existencia no garantiza derechos laborales, sino todo lo contrario: perpetúa un sistema de simulación en donde los únicos ganadores son sus líderes corruptos.
Nacional
Fiscalía Anticorrupción: más teatro político que justicia en Chihuahua

- Las acusaciones contra López Elías muestran un guion armado por el fiscal Abelardo Valenzuela para fabricar culpables.
Lejos de combatir la corrupción, la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua parece haberse especializado en fabricar casos a conveniencia. El proceso contra el despacho López Elías es prueba de ello: un expediente armado con inconsistencias jurídicas y omisiones deliberadas.
El fiscal Abelardo Valenzuela ha convertido la institución en escenario político, acusando de peculado por 98.6 millones de pesos a un despacho que nunca tuvo relación contractual con el Gobierno del Estado. El pago provino de una institución bancaria, lo que derrumba la versión oficial.
La retórica de Valenzuela llega al extremo de calificar a López Elías como “empresa fantasma”, pese a que la firma cuenta con existencia legal desde 2003, empleados, operaciones activas y registros fiscales. Esta narrativa no se sostiene más que en el interés de desacreditar y perseguir.
El montaje mediático, sustentado en filtraciones y violaciones al debido proceso, evidencia que la Fiscalía no busca justicia, sino un espectáculo que legitime su existencia a costa de la legalidad.